Confesión de Fe de la Iglesia Hogar de Salvación y Alabanza Inc. (HOSA), República Dominicana1

Mayormente, nuestra declaración dice que la HOSA es una iglesia Cristiana y Evangélica. Nuestra confesión es el producto de la revisión de Confesiones de Fe Históricas y actuales, tales como la Confesión de Fe de Westminster, la Confesión de Fe de 1689, Confesión de Fe de New Hampshire (1833), y la Afirmación de la Bethlem Church. 


Nuestra confesión de fe se divide en quince artículos que nos hacen parte de la herencia cristiana evangélica de toda la historia. Los artículos cristianos simplemente muestran lo que los cristianos siempre han creído, en otras palabras, asuntos que tradicionalmente han causado poca controversia en la cristiandad. La categoría evangélica pone de relieve los temas críticos relacionados con el Evangelio que fueron recuperados durante la Reforma. Las otras dos categorías resaltan características casi generales en las iglesias de la República Dominicana. 


1. Entendiendo que las confesiones de fe de las iglesias no tienen el deber ni prioridad de ser creativas ni novedosas sino fieles a la Palabra de Dios, La Biblia, estas han de contener afirmaciones claras de lo que el cuerpo de Cristo ha creído, afirmado y proclamado de generación en generación. Por consiguiente, este documento revisado en agosto del 2013 bajo el liderazgo de nuestros pastores Jacinto Romero y Lenin Almonte, confrontado con las Escrituras por una comisión de diáconos y hermanos del liderazgo de nuestra congregación, de buen testimonio y maduros en la fe, no procura ser uno de carácter inédito y autóctono, sino uno ortodoxo y con profundas deudas con las Confesiones Históricas de Fe  de 1689, la de New Hampshire, los catecismos de Westminster, pero sobre todo con la confesion de la  Bethlem Church. Las adaptaciones, paráfrasis, citas textuales y cotejos han sido hechos bajo la estricta fe de lo que la Iglesia Hogar de Salvación y Alabanza afirma y cree de acuerdo a las Santas Escrituras. No se aceptaron posiciones doctrinales de las fuentes porque estas la afirmaran, sino que, por el contrario, lo adoptado o tomado de las fuentes históricas y actuales ha sido plasmado porque estas reflejan, a nuestro juicio de modo inmejorable, nuestras doctrinas bíblicas

Artículos de la Confesión de Fe

de la Iglesia Hogar de Salvación y Alabanza Inc. (HOSA)

  • Creemos que la Biblia formada por los treinta y nueve libros del Antiguo Testamento y los veintisiete del Nuevo Testamento para un total de sesenta y seis libros, es la Palabra de Dios, infalible, perfecta, inspirada por Dios e inerrante en los manuscritos originales. Estos libros son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces Rut, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas. 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares, Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Hechos, Romanos, I Corintios, 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 Tesalonicenses, 2 Tesalonicenses,1 Timoteo, 2 Timoteo, Tito, Filemón, Hebreos, Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan, Judas, Apocalipsis.  


    Existen otros libros comúnmente llamados Deuterocanónicos o Apócrifos que no forman parte del Canon de las Santas Escrituras, ya que no son inspirados por el Espiritu Santo. Estos libros al igual que cualquier escrito antiguo, actual o futuro poseen errores, son falibles, y no son de autoridad para la Iglesia, por Io tanto, no deben aceptarse ni usarse sino de la misma manera que otros escritos humanos. 


    La Biblia es la autoridad suprema y final para juzgar, evaluar y discernir todos los asuntos sobre la verdad, la fe, la moral y la justicia, las opiniones de autores y/o predicadores antiguos, actuales y futuros. Las experiencias y emociones no deben interpretar o juzgar las Escrituras, sino que son las Escrituras las que deben interpretar y juzgar nuestras emociones y experiencias. 


    Creemos al igual que los reformadores, que la Biblia es la mejor intérprete de sí misma, por lo que si un texto o pasaje no es entendido en todo su sentido debe verse a la luz de los pasajes que tratan el mismo asunto con más claridad, ya que lo que la Biblia dice tiene un y sólo un significado verdadero: Lo que el Espiritu Santo exhaló al autor original.  


    Todo el consejo de Dios necesario para la salvación del ser humano y para su vida cristiana está claramente expuesto o contenido en la Santa Escritura; ya que no hay revelación nueva hoy, no debe añadirse nada nuevo a las Escrituras ni aceptarse como doctrina o credo de fe ninguna experiencia individual y subjetiva De todas formas, afirmamos con gran énfasis que sin la ayuda e iluminación del Espiritu Santo es imposible entender, asimilar o encontrar contentamiento en lo que Dios ha revelado en Su Palabra. 


    Afirmamos que Dios transmitió su revelación a través de autores humanos escogidos El significado de los textos bíblicos es una verdad histórica incambiable, premisa que se fundamenta en el carácter histórico humano/divino de la revelación escritural. Este entendimiento es de vital importancia para la interpretación pues, aunque el significado no cambia, sí puede hacerlo su aplicación en contextos y épocas distintos Sin embargo, luego de expresado lo anterior, debemos decir que es ilegitimo, dañino, y peligroso alegorizar, Inferir, inventar, introducir o manipular el texto bíblico para que su significado sea uno diferente al que Dios comunicó e inspiró originalmente, o que en su defecto lleguemos a un significado de un texto bíblico que no es comunicado de manera demostrable por la Palabra de Dios

  • Creemos en el único Dios, vivo y verdadero, tal como es revelado en la Biblia, Espíritu purísimo, santísimo, eterno, amoroso, soberano, sabio, inmutable, omnisciente, omnipresente, infinito en todos los sentidos, absoluto, omnipotente, bondadoso, misericordioso y todo glorioso, cuya subsistencia esta en Él mismo, y que existe eternamente en tres Personas infinitamente perfectas y dignas de adoración: Dios Padre, fuente de toda la Vida, Dios Hijo, engendrado eternamente, no creado, sin principio , de una esencia con el Padre, y Dios el Espíritu Santo, que procede de la esencia plena y divina, como Persona, del Padre y del Hijo eternamente. Por eso cada persona de la Deidad es esencial y completamente Dios.  

     

    Creemos que Dios es amor, por lo que ha amado eternamente en la comunión de la Trinidad, así  como cada Persona contempla y expresa su amor y gozo eterno y sin par en las perfecciones sobreabundantes del Dios Trino. 


  • Creemos que Dios desde la eternidad para manifestar la plenitud de su gloria por el gozo eterno Y siempre creciente de todos los que lo aman, ordenó y antes conoció libre e inalterablemente todo lo que por el sapientísimo y santísimo consejo de su voluntad. 

      

    Creemos que Dios sostiene y gobierna todo de acuerdo con sus propósitos eternos y de perfecta sabiduría glorificarse, pero en tal forma que él nunca peca. ni es autor del pecado ni condena a ninguna persona injustamente. Esto es, su ordenación y gobierno de todo no viola la voluntad de la criatura  ni se quita la libertad o la contingencia de las causas secundarias, por lo que se mantiene la responsabilidad moral de todas las personas creadas a su imagen.  


    Creemos que la elección de Dios es una acción sin condiciones de su gracia libre que ha sido dada por su Hijo Jesucristo antes de la fundación del mundo. Por esta acción Dios escogió desde antes de los siglos a todos los que serían salvos de la esclavitud del pecado y dados arrepentimiento y fe salvadora en su Hijo Jesucristo.  


    Afirmamos que esta acción abarca todos los medios junto con el fin; que sirve de manifestación gloriosísima de la bondad divina soberana, infinitamente sabia, santa e inmutable; que absolutamente excluye la jactancia  y promueve humildad, amor, oración, alabanza, confianza en Dios y una imitación activa de su misericordia.  


    Creemos que la doctrina de la elección soberana de Dios es profunda y misteriosa y debe tratarse con humildad y cuidado, para que las personas, al ocuparse de la voluntad de Dios revelada La Biblia y, al obedecerla, puedan, por la certidumbre de su llamamiento eficaz, confirmar su propia elección eterna; de este modo, esta doctrina proporcionará motivo de gozo, alabanza, temor reverente, amor y admiración a Dios, y de humildad, diligencia y abundante consuelo a todos los que sinceramente se someten en obediencia incondicional al Señorío de Cristo.  

  • Creemos que en el principio le agradó a Dios Padre, Hijo y Espiritu Santo crear el universo y todas las cosas que en él hay, sean estas visibles e invisibles, de la nada, en un tiempo de seis dias y por medio a la palabra de su poder. Sin padecer ninguna necesidad en si mismo, ni motivado por ninguna falta en su autosuficiencia gozosa, Dios se deleito en la creación para manifestar la gloria de su poder, sabiduría y bondad eternos.  

      

    Creemos que Dios directamente creó a Adán del polvo de la tierra y Eva de su costado. Adán y Eva fueron  personas históricas, hechas a imagen de Dios, en conocimiento, justicia y santidad de la verdad, con el propósito  principal de glorificar a su Creador, para tener confianza y sostén imperecedero en su amorosa bondad, para admirar  su belleza infinita, para disfrutar de armonía relacional con su Proveedor y obedecer sus sabios consejos y mandamientos, y que en el amor y la sabiduría de Dios les fueron conferidos por Él roles diferentes y complementarios en el matrimonio. Estos roles permanecen hasta hoy.  


    Creemos que Adan y Eva fueron dotados por Dios de la ley escrita en sus corazones y capacitados para cumplirla; pero con la posibilidad  de transgredirla, por haber sido dejados a la libertad de su propia voluntad que mutable. Además que esta ley escrita en sus corazones recibieron el mandato especifico de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, y  mientras guardaron este mandamiento gozaron de plena comunión con Dios y dominio sobre todas las criaturas

  • Creemos  que Dios creó al ser humano moralmente justo, en santidad, sujeto a al ley de su Creador. Adán y Eva se desviaron del mandato de Dios, pecaron por la tentación de Satanás.  Adán transgredió el pacto divino voluntariamente. Por medio de esto cayó de aquel estado santo, gozoso y relacionalmente armonioso; por cuya causa toda la creación ha sido sometida a vanidad, y todos los seres humanos son ahora justamente culpables de pecado, no por fuerza sino por su voluntad; hallándose por naturaleza enteramente desprovistos de la santidad que requiere la ley de Dios, corruptos por naturaleza en todas sus facultades, esclavos al pecado, totalmente inclinados a lo malo. Es de esta condición que proceden todos nuestros pecados actuales y por esta misma que de manera natural todo ser humano está bajo la justa ira divina y a merced de condenación eterna, sin defensa ni excusa. El género humano por completo es justamente responsable de la miseria, el dolor, la injusticia, la enfermedad la corrupción, la tragedia y la pérdida que experimenta nuestro mundo. Siendo su única esperanza Jesucristo, el Santo Redentor.

  • Creemos que Jesucristo, el Hijo de Dios, fue enviado por el Padre y se encarnó cuando fue concebido por el Espíritu Santo y luego nació de la joven virgen Maria. Él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre en una Persona; dos naturalezas completas, perfectas y distintas sin composición ni confusión alguna. 


    Creemos que Jesucristo sufrió de su propia voluntad en cumplir el plan de Dios de la redención. Siendo hecho maldición por nosotros, sin nunca conocer pecado, fue crucificado bajo Poncio Pilato, murió, fue enterrado y al tercer día resucitó de entre los muertos. Ascendió corporalmente al cielo donde está sentado a la derecha del Padre en intercesión por el pueblo que compró por su propia sangre y dodne reina hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies.

  • Creemos que la salvación de los pecadores es puramente por gracia; en virtud de los oficios mediadores del Hijo de Dios; quien, por la designación del Padre, libremente tomó sobre sí nuestra naturaleza, sin pecado; vivió una vida perfecta murió en nuestro lugar, el justo por los injustos. Cristo hizo plena expiación por nuestros pecados, murió la muerte que nos tocaba morir, y resucitó de entre los muertos como testimonio de su victoria eterna; y desde entonces se entronizó en los cielos. 


    Creemos que la muerte de Cristo obtuvo más que una invitación verdadera del evangelio para todos, pues, también obtuvo para los elegidos la obra infalible y eficaz del Espíritu para triunfar sobre su resistencia y llevarlos a la fe salvadora. 


    Este oficio de mediador entre Dios y el hombre es propio sólo de Cristo, quien es el Profeta, Sacerdote y Rey de la iglesia de Dios; y no puede, ni parcial ni totalmente, ser transferido de él a ningún otro. Por lo tanto, es imposible ser salvo separado de Cristo.

  • Creemos que para ser salvo el pecador debe se regenerado o nacer de nuevo; que la regeneración consiste en dar la mente y a la voluntad una disposición santa; que se efectúa por el poder del Espíritu Santo en conexión con la verdad divina en forma que excede compresión humana, a fin de asegurar nuestra obediencia y voluntaria al evangelio; y que la evidencia adecuada se manifiesta en los frutos santos de arrepentimiento, fe, y vida nueva. 


    La misión del Espíritu es glorificar al Cristo encarnado, crucificado, resucitado y ascendido por la predicación del evangelio. Sin la obra eficaz del Espíritu por el evangelio  nadie vendría a la fe porque todos los seres humanos nacen muertos en transgresiones y pecados, totalmente inhabilitados de buscar a Dios sin Su ayuda. En los elegidos, Dios triunfa sobre toda resistencia, despierta a los muertos espirituales, les quita la ceguera espiritual, de manera que estos vean la gloria de Dios en la faz de Cristo y sean salvos infalible y eternamente.

  • Creemos que el arrepentimiento y la fe son deberes sagrados y gracias inseparables labradas en el alma por el Espíritu regenerador de Dios; por cuanto convencidos profundamente de nuestra culpa, de nuestro peligro e impotencia, ya  la vez del camino de salvación en Cristo, nos volvemos hacia Dios sinceramente contritos, con confesión, suplicando misericordia; a la vez recibiendo de todo corazón al Señor Jesucristo como profeta, sacerdote y rey nuestro, confiado solo él como el único Salvador, suficiente para todo. 

  • Creemos que la justicia perfecta de Cristo y su pago total por los pecados en la cruz es el único fundamento de nuestra redención. En una acción misericordiosa de la gracia soberana, Dios imputa gratuitamente su justicia perfecta a los pecadores por virtud de la fe en Cristo. La fe necesaria para la justificación no es una obra humana, sino que es un don de Dios; y por medio de ella, Dios perdona los pecados, y también cuenta justos y aceptables en su presencia, a todos los que creen en Cristo como su Salvador. Esta justificación incluye el perdón de pecados, y toda bendición necesaria tanto para el tiempo presente como para la eternidad.

  • Creemos que la santificación es un proceso por el cual Dios transforma de acuerdo con su voluntad todo el ser del creyente justificado a la imagen de Jesucristo. En esta vida nunca seremos santificados perfecta o completamente, pero sí reflejaremos de manera progresiva la gloria de Jesucristo por la presencia y obra del Espíritu Santo en el uso continuo de los medios de gracia, sobre todo la Palabra de Dios, el examen personal, la disciplina, la vigilancia, el discipulado y la oración.


    Creemos que solo los que creen verdaderamente permanecerán hasta el fin; que su lealtad perseverante a Cristo es la señal esencial que los distingue de los que hacen profesión superficialmente. Esta perseverancia es obra de los atributos de fidelidad, amor, inmutabilidad y omnipotencia de Dios, mediante los cuales vela por el bien de los que han creído, para que, siendo guardados mediante la fe, alcancen la salvación. Por consiguiente, la salvación de los verdaderos creyentes es siempre segura. 

  • Creemos que la voluntad de Dios es que la Iglesia universal, formada por  todos que en todo tiempo y todo lugar son escogidos en Cristo y unidos a él por fe por el Espíritu en un Cuerpo con Cristo mismo como la Cabeza que todo provee, todo sostiene, con toda supremacía y autoridad, sea expresada en iglesias locales. Una iglesia local es una congregación de creyentes bautizados; comprometidos mediante un pacto en la fe y la comunión del evangelio; la cual practica las ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor; gobernada por Cristo por medio de las Santas Escrituras; y ejerce los dones, derechos y privilegios que a ella otorga Dios; y cuyos oficiales bíblicos son pastores ( a veces llamados ancianos u obispos) y los diáconos; cuyo requisitos, derechos y deberes son definidos en las epístolas a Timoteo y a Tito. La iglesia  es el templo de Dios en que el Espíritu mora; es la columna y el baluarte de la verdad de Dios en un mundo que rechaza la verdad, es el pueblo de Dios formado por creyentes de todas las naciones, el rebaño de Dios formado por judíos y gentiles donde Él pastorea como el Único y Supremo Pastor. 


    Creemos que el bautismo es una ordenanza del Señor por al cual todos los que se han arrepentido y venido a la fe declaran su unión con Cristo en su muerte y resurrección  por ser sumergidos en agua en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es una proclamación pública de la fe y es una señal externa de pertenecer al Pueblo de Dios, el verdadero Israel, asi como un símbolo del entierro y el lavamiento que representa la muerte  a la vieja vida de incredulidad y la purificación de la contaminación del pecado, así como de la resurrección a una nueva vida como cristianos. 


    Creemos que la Cena del Señor es una ordenanza del Señor en que los creyentes se reúnen a comer pan que representa el cuerpo de Cristo dado por los suyos y a tomar la copa del Señor que representa el nuevo pacto en su sangre. Esto hacemos en memoria al Señor y asi proclamamos su muerte hasta su venida. 


    Aunque no existen apóstoles ni profetas en el sentido de Los Doce o los profetas que aparecen en las Escrituras como tales, creemos que cada iglesia local debe reconocer y afirmar el llamado divino de hombres espiritualmente calificados a dar liderazgo a la iglesias mediante el puesto de pastor-anciano en el ministerio de la palabra y la oración. Las mujeres no deben tomar el puesto de pastor-anciano en la iglesia local, pero son invitadas y animadas a utilizar sus dones en ministerios apropiados que edifican el cuerpo de Cristo y comunican el evangelio.

  • Creemos que las Santas Escrituras muestran que hay una diferencia radical y de esencia entre los creyentes y los no creyentes, y que aquellos tales que por medio de la fe son justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y santificados por el Espíritu de nuestro Dios son los creyentes verdaderos sostenidos por Dios; mientras que todos los que siguen impenitentes e incrédulos, aun llamándose a sí mismos creyentes son impíos a la vista de Dios, y  bajo maldición; y tal distinción dura tanto en la vida como después de la muerte.  

  • Creemos que el Señor nos manda a proclamar el evangelio a cada tribu y lengua y pueblo  y  nación, a bautizarlos y a enseñarles a guardar todas las cosas que el Señor nos ha mandado, y a reunirlos en iglesias locales capaces de cumplir su llamado cristiano entre su nación. 

  • Creemos que cuando los cristianos mueren son hechos perfectos en la santidad, recibidos en el paraíso y llevados conscientemente a la presencia de Cristo, lo que es más glorioso y de más satisfacción que cualquier experiencia en la tierra. 


    Creemos en la esperanza bendita que el día final Jesucristo vendrá a al tierra personalmente, visiblemente físicamente y de repente en poder y gran gloria, que recogerá a sus elegidos, levantara a los muertos, juzgará a las naciones y establecerá su reino que los impíos serán sentenciados al castigo eterno, y los justos al gozo sin fin; y que este juicio fijará para siempre el estado final de los hombres en el cielo o en el infierno, sobre los principios de justicia.